8. This horse tears


Un año había pasado desde la noche del volcán. Durante ese tiempo la JLA había tenido que actuar varias veces y siempre lo había hecho como un equipo unido y organizado. Diana y Clark trabajaban mano a mano y tenían una eficacia terrible en combate. A nadie le importaba ya si eran o no amantes, aunque todos sus compañeros lo daban por sentado

- Mientras sigan luchando de esta manera, por mí como si se van al campo a recrear la casa de la pradera – había dicho Flash.

- Sí. Lo importante es que la Liga nunca ha sido tan eficaz – corroboraba Aquaman

En seis meses Diana no había vuelto por Temiscira. Ni una sola visita. Había evitado por todos los medios tener que abrir el portal. Le gustaba la sensación de haberse olvidado del mundo y poder disfrutar libremente de lo que ahora tenía, pero en el fondo sentía el peso de algo que tarde o temprano tenía que llegar. “La semana que viene. Todavía no” se decía, hasta que un día ya no pudo postponerlo más

 

 

- Philippus, tienes visita. La princesa Diana está aquí

Una de las soldados de la guardia real de Temiscira anunció la llegada a la general. Desde la muerte de la reina Hipólita y después de que abdicara, el trono de Isla Paraíso había quedado vacío. Diana seguía conservando el título de Princesa como honorífico pero su figura era más bien de carácter diplomático y de representación. Sin embargo, Wonder Woman era admirada, respetada y querida en su tierra, era la cabeza del ejército de las amazonas y su labor en el mundo patriarcal era impagable. Tenía grandes amigas en Temiscira.

- Querida Diana, ¿qué te trae a la tierra que te vio nacer? Hacía meses que no nos visitabas

- He estado... Con muchas cosas...

- Se te ve feliz. ¿Qué ha pasado? – estaba claro que Philippus la conocía demasiado bien. Eran muchos años siendo su mano derecha en el ejército, a pesar de que no fuese de sus mejores amigas, pero era buena consejera y la segunda en el mando de la isla.

- Estoy con alguien...

- ¿Alguna de nuestras hermanas?

Diana negó con la cabeza

- Si se trata de un hombre y conociendo tus inmensos poderes sólo puedo pensar que se trate de Supermán. No creo que ningún otro lograra vencerte.

- Crees bien

Philippus continuó con lo que estaba haciendo, repasando el filo de las lanzas con un trapo y colocándolas en su sitio, en la armería

- Es una buena opción, los kryptonianos siempre han sido una raza poderosa, al menos no te avergonzará. Cuando vuelvas a Temiscira podrás hacerlo con la cabeza alta... Y si te da una heredera asegurarás la línea real por si en algún momento la monarquía debe ser restituida. Como general, cuentas con mi aprobación.

Diana no contestó. Su semblante se había apagado y sus hombros se tensaron. Philippus la miró y se dio cuenta de su decepción

- Creo que no era esto lo que esperabas o lo que deseabas oír, ¿verdad? Me parece que la forma de pensar y de sentir del mundo patriarcal te ha conquistado como lo hizo con Hipólita. A los mortales se les concede tan poco tiempo que tienen que vivir apresuradamente, explotando sus emociones al máximo. Pero tú eres amazona, tu sitio está aquí entre nosotras. Tu exilio no será para siempre, Diana... En algún momento debes regresar, no te quedes prendada del mundo de los hombres tan profundamente que nos olvides. Nosotras somos tu pueblo – le cogió las manos - Como amiga te diría que trates de no enamorarte. Sabes que él no puede acompañarte en tu destino. Los hombres no pueden entrar en Isla Paraíso, es la ley de los dioses.

- Lo sé, Philippus. No te preocupes - ¿Por qué de entre todas las amazonas había ido a hablar con ella, con su general, con la representante de su deber, la más estricta de todas? En el fondo la estaba buscando, necesitaba oír a esa parte de sí misma, ya que la otra parte, la parte débil y sentimental la estaba dominando por completo. Necesitaba oír hablar a su lado fuerte e independiente a través de los labios de Philippus. En la Tierra se sentía tan feliz y completa que estaba perdiendo su voluntad. Aquellos meses junto a Kal-el la estaban transformando, le habían revelado su lado más humano, más cercano a los terrestres, se estaba relajando demasiado. Necesitaba recuperar el control.

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- Bien, entonces me parece que ya lo tenemos todo cubierto – decía Supermán mientras repasaba un mapa de Oriente Medio, en la sala principal de la Justicia, flanqueado por Linterna Verde y por Batman.

- Yo creo que deberíamos mandar una expedición nueva. No estoy seguro – John Stewart, Linterna Verde, era partidario de aumentar los esfuerzos conjuntos y el tiempo que se dedicaba a las tareas de la Liga, su estricto espíritu militar muchas veces ejercía presión sobre el resto del grupo, que intentaba mantener un ritmo de vida más normal

- Yo pienso que estamos bien – puntualizó Batman

- Dejémoslo así, entonces. Hasta que veamos alguna señal que nos indique lo contrario – terminó Supermán

Stewart los miró a ambos con evidente desacuerdo, creando un hilo de tensión

- Bien. Iré a continuar con mi vigilancia

Una vez se hubo marchado, Bruce Wayne se quitó la máscara y respiró profundamente
- Se lo toma todo demasiado a pecho

- Bueno, ya le conoces. Él es así. El otro día hablé con el alcaide, ya sé que me pediste que no lo hiciera, pero también sé que tú no ibas a ir, así que me decidí. Me ha dicho que a Selina le quedan por lo menos otros seis meses, eso contando con que su comportamiento sea intachable y teniendo en cuenta que estaría bajo tu custodia cuando saliera. A partir de entonces sería tu responsabilidad, tendrías que vigilarla de cerca...

- Estoy seguro de que ella ha aprendido. Va a cambiar

- También me dijo que en el último mes había dado algunos problemas con una interna que está en su mismo pasillo, amenazas de muerte y cosas así. Que estaba empeorando... Debe tener cuidado

- Me ocuparé de ello. En este mes no he podido ir a verla todavía

- Bien. Ya me dirás – Clark salió a grandes pasos de la sala

- ¡Clark! – le llamó Batman. Él se volvió

- Gracias

- De nada

 

 

Entró sin llamar en la habitación de Wonder Woman, esculpida toda en mármol, con sus columnas, escaleras y estatuas divinas llenas de flores, una gran sala hecha toda en piedra, con muy escaso mobiliario. Sabía que ella tenía que haber llegado ya.

La encontró junto a una de las fuentes que había en sus estancias. Estaba de rodillas, de espaldas, envuelta en una sencilla túnica griega. Seguramente estaría rezando a sus dioses. Clark la miraba mientras el sol reflejado en el agua de la alberca hacía juegos sobre su melena oscura y sus brazos desnudos. Cuando terminó, se levantó y se dio la vuelta

- ¡Kal! No te había oído entrar...

- Debías estar muy concentrada. Pero yo te voy a romper la concentración – se acercó hasta ella y la besó. La alzó para sentarla en altura, en la ancha base donde se apoyaban las estatuas distribuidas de los dioses, contra la pared circular, y le levantó la túnica, acariciando el muslo y llevándolo por detrás de su cintura. La recostó contra el mármol frío sin dejar de besarla – Creo que aún estamos a tiempo de hacerle una ofrenda a Afrodita...

 

 

- Aquí no, Kal... Dijimos que en la Sala de la Justicia no...

- Ya lo sé... – le hablaba entre besos – Pero es que este mes he podido verte tan poco... Has estado tan lejos de mí... Y hoy es nuestro aniversario... Todavía te huele el pelo a la ceniza del volcán... A fuego y a combustión...

Ella lo apartó ligeramente

- Eso es imposible, además ¿qué es eso del aniversario? y no, dijimos que aquí seríamos sólo compañeros, ya es suficiente con que todos en la Alianza sepan que nos acostamos...

Clark la miró un momento y se retiró con decepción, dándole la espalda mientras ella se incorporaba y se colocaba la túnica

- Últimamente estás distante, no sé qué te pasa... Sólo podemos vernos aquí o por ahí perdidos en algún desierto o algún glaciar...

- Sólo podemos estar juntos como Wonder Woman y Supermán, tu identidad secreta se vería comprometida...

- Sé que no es eso. Podrías venir a mi apartamento sin ser vista. Yo entro en él por la ventana a cada rato y no tengo ningún problema. No me dejas ir a verte a la embajada. No quieres que se sepa que estás con alguien, ¿verdad? Quieres seguir con esa imagen de amazona inaccesible, indomable, insensible a todo... ¿Piensas que si sintieras algo perderías tu poder?, ¿que si me quisieras aunque fuera un poco te volverías menos diosa?

- No me hables como si lo supieras todo de mí...

- Creo que empiezo a conocerte más de lo que te gustaría

- No soporto cuando me hablas en ese tono

- Y tanto secreto con la Liga, con tu gente en Temiscira, en tu día a día como diplomática. Es como si todo esto estuviera prohibido, como si estuviéramos haciendo algo malo...

- Deja de decir tonterías. Ya hablaremos cuando estés más calmado

Clark se dio la vuelta y salió por la puerta

- Por lo menos me gustaría saber si soy el único que siente algo... – le dijo mientras cerraba a sus espaldas

--*--*--*--

- Selina, ya lo hemos hablado. Estoy haciendo todo lo posible por sacarte de aquí, pero tienes que colaborar...

- Bruce, esa mujer es el demonio en la tierra. Sus provocaciones son un veneno... En el último mes hubiera deseado hacerla callar...

- Escucha... Sabes que si te dejas llevar, se acabó. No habrá un nosotros. Te meterán al menos quince años más por asesinato, con el agravante de que tienes antecedentes. Estarás perdida. No podré hacer nada por ti.

- Lo sé, Bruce

- Tienes que intentarlo. Por nosotros. Sé que puedes controlar a la gata...

- Hay veces en que no sé si quiero hacerlo... Bruce, creo que puede llegar a relacionar tus dos identidades por culpa de los cuadernos que me mandaste. No quiero que te cause problemas. De hecho he estado pensando sobre eso. Mi identidad como Selina Kyle ya no es segura, todos saben que soy Catwoman, que estoy en la cárcel por delinquir. No creo que haya sitio para mí en la vida de un ciudadano modelo como Bruce Wayne. Tengo miedo de que empiecen a atar cabos y te descubran

- No pienses ahora en eso. Tienes que recuperarte, intentar permanecer estable, practicar el control sobre tus instintos más oscuros. Puede que no sea fácil en ocasiones, sé que tu naturaleza es fuerte y agresiva, pero también sé que esta vez quieres hacerlo bien, que lo nuestro funcione. Si todavía me quieres, tienes que luchar. Cuando salgas ya pensaremos en lo demás

- Te quiero, Bruce

- Yo también te quiero

 

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